01-01-2018
El año por venir


Antes que nada y después de todo

Me atreveré, con la licencia que dan los años, a ser auto-referencial por un momento.
Para poder sobrellevar la actual coyuntura que me toca, cuento con la experiencia del saber lo irreversible del devenir y con la gracia que otorga prever el juego cósmico. 
Por eso quisiera compartir con ustedes, queridos lectores, que: hace unos días saludaba por su retorno al Sol natal a la Maestra del Sur del Mundo, y en su generosidad se prestó al intercambio de unas pocas palabras con este humilde astrólogo. Debo confesar que es uno de los pocos gozos que me quedan en la vida, es una de las  pocas cosas que me dan ganas de seguir y un refrigerio para mi alma.

La Madre Eva me relato que Rabí, el Maestro Alquimista, el Coronado nombró a mi humilde arte en su Homilía de Navidad. Me contaba sobre un concepto magnífico que aquellos que somos de la vieja escuela, no podemos menos que aplaudir. El Maestro decía que si tal aspectación era mala debíamos cambiarla, que no existen esas fijezas de tragedia griega. Es cierto que la astrología cientificista actual esto no lo dice, ya sea por desconocimiento, por desidia, por marketing o adrede para actuar en concordancia a un plan que se opone al del Creador de Vida.
Ellos son Maestros, saben cómo se puede y sus discípulos son entrenados en este tema, quizás este sea el último bastión en el mundo de lucha contra lo fatídico del devenir. 

Dentro del amable intercambio con ella, La Rabí, ante mi duda decontinuar con esta travesía que comenzó como una alegre travesura,en su excelsa maestría me contestó:“Es hora de volver a mirar al Cielo”. Y sí mis estimados, uno cae derretido a sus pies. ¡Cómo no seguir!


Los caldeos y la serie planetaria

Sé que a esta altura del partido todos saben lo que es la serie planetaria de los Caldeos, pero no puedo dejar de contar algo de esta maravilla, la tendencia a repetir lo dicho se le perdona a un anciano.

Los Caldeos eran grandes cultores de la cosmología, y el Gran Espíritu (como llamaban a aquél que les reveló su arte) los instruyó en lo que hoy llamamos la “serie planetaria”, que no es otra cosa que una sucesión de energías planetarias que activan ciertas raíces del Árbol de la vida llamadas “Cadenas helíacas” (ver Anima Mundi del Cristo Total. Ed. PanisAngelorum. Msñ. Claudio  Páleka)

La serie Planetaria, serie caldea o serie ptolomeica, no es otra que la concatenación de las 7 fuerzas planetarias primarias, que son: Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y la Luna.




El 2017 fue gobernado por “Venus” y cómo dijimos, hace ya un año, nos ofreció un ritmo basado en la cifra 1 o sea un ritmo de inicio, de comienzo o más bien de nuevo inicio. Esta regencia que permanecerá activa hasta el equinoccio de otoño del hemisferio sur y de primavera en el norte se mezclará a partir de enero del 2018 con la Cadena entrante, que no es otra que la de Mercurio, cuyo ritmo numérico es un 2 pero en una modalidad de 11, es lo que viene después del reinicio, es el devenir de lo completo. Pasamos de una energía plena de femineidad y natividad a una cambiante, movilizadora, ecléctica y, por qué no decirlo, algo neurótica. 


Mercurio y lo vital

El hermano Mercurio, aunque es más bien un andrógino, dotará al año de un temple frío y seco pero vertiginoso, vital y ecléctico. Pasaron los tiempos de la encantadora Venus; sensual y maternizada por la Luna, voluptuosa y colérica, amante y gestante para dar paso al primer paso luego de que todo fuera hecho y nuevamente gestado. Es lo que viene luego del renacer y si los Maestros me lo permiten, es lo que viene después de resucitar en esta vida. Es un año donde lo hecho adquiere forma plena, donde los horizontes se expanden y el nacido caminará por sí sólo. 

Toda energía tiene dos caras, en especial se aplica a Mercurio que obtiene su máxima manifestación en el signo que rige: Géminis.

Mercurio es la vida misma y como nos enseñan los grandes alquimistas, es masculino con lo masculino, femenino con lo femenino, benigno lo bueno y maligno con lo malo. Es una energía que todo lo contiene, es cierto que es fría y seca, pero en su interior es cálida y húmeda. También cierto que es un planeta polar, cuestión que para muchos sería enloquecedora, para Mercurio y las criaturas mercuriales es plena naturaleza que deviene en forma de vida. 


Comienzo del año astral

Debemos dejar bien claro que el año astrológico comenzará el 20 de marzo a las 13:15hs (para Argentina y Uruguay, UTC 16:15hs) con el equinoccio de otoño para el hemisferio sur y con el de primavera para el hemisferio norte, dando nacimiento al primer signo del arco zodiacal: “Aries”. Pero Mercurio y su aspectación se manifestará a partir de los primeros días de enero del 2018


Mercurio, Venus y la luna

Cuando llega la noche del año viejo, la plateada luna que nos recuerda a la maternal belleza del creador, teñida de esa Eva cósmica que es Venus, nos trae a la memoria el paraíso que hemos dejado para andar en la rusticidad del mundo.

El 2017 nos ha traído a la nueva vida, al nuevo comienzo y eso llama a completar la Obra y la obra. Muchas heridas se han cicatrizado, aún las del parto, pero la Luna no nos hizo olvidarlas, nos hizo entenderlas. Ahora es trabajo de Mercurio conducirlas según la naturaleza de cada cual. Para algunos serán anclajes de rencor para otros sin embargo serán liberadoras. 

Salimos del amparo materno, ya en los finales del 2017, y comenzamos a vislumbrar la crudeza del mundo al que fuimos paridos. Descubrimos en el día a día que somos obreros del propio destino, obreros guardados por fuerzas que nos envuelven y superan, obreros que buscan la guía del Gran Maestro.

Números y Tarot

Los números regentes del año son el 11 (número irreductible) y el 32, la vida.

En el Tarot la carta 11 es la Persuasión y la 32 es la Magnificencia (la primera un arcano mayor y la segunda uno menor)

La Persuasión es la fuerza interior que domina lo exterior, es la voluntad sobre la materia. Esta carta implica mucho trabajo y mucha fuerza para ejercerlo. Advierte el uso eficaz de los recursos (que no son ilimitados), requiere inteligencia en el obrar y mucho discernimiento para no caer en lo vano.
Requiere autocontrol, confianza y persistencia.

La Magnificencia es la comunión de todo lo creado, es la unión de lo diverso sin dejar de ser lo que cada uno es.  
Dice Tomás de Kempis: “El Ser es el Ser y la razón de ser del Ser es el mismo Ser.” “Yo no soy más porque me alaben, ni menos porque me vituperen, porque siempre soy lo que soy.”

Es impresionante ver la trama secreta de los astros que bordados por los números y los arcanos encajan perfectamente en el devenir de lo creado, es imposible no ver la Mano del Creador en ello.
El regente de la carta 32 “La Magnificencia” no es otro que Mercurio, y así terminamos como comenzamos enlazando las energías Helíacas reveladas al mundo por la Gracia Divina de boca de Rabí, el Maestro del fin del mundo.

En otros artículos ampliaremos estas relaciones e interacciones, no es mi deseo aburrirlos con aquello que a este anciano le divierte.

¡Muy feliz Año de la Vida Mercurial!

Gabo Abad. Astrólogo y Futurista