9 de enero de 17
El año por venir


Cuanta felicidad traían, en mis años mozos, los comienzos de año. Era habitual sentarme a escribir sobre las apreciaciones de eso llamado “astrología científica”, que en esa época estaba en pleno auge. Hoy, ya en mi calmada ancianidad, leo los artículos de colegas, muchos muy prestigiosos y veo que hay tendencias que nacieron en mi juventud que se han acentuado. Por extraño que parezca, también han innovado trayendo un sinfín de cuestiones inexplicables y exógenas a la tradición.


Los caldeos y la serie planetaria

Se acuerdan cuando escribía que: “La astrología es una ciencia menor que forma parte de la gran ciencia sagrada de la Cosmología. Los grandes maestros de la Cosmología han ido desapareciendo aunque debo confesarles que hace unos años me he enterado que hay uno vivo y que aún acepta discípulos, es el Gran Maestre del Sur del mundo y gracias al cual me he visto beneficiado de su sapiencia y conocimiento.” Bueno, hacia allí vamos.

Los Caldeos eran grandes cultores de la cosmología y descubrieron lo que hoy llamamos la “serie planetaria”, que no es otra cosa que una sucesión de energías planetarias que activan ciertas raíces del Árbol de la vida llamadas “Cadenas helíacas” (ver Anima Mundi del Cristo Total. Ed. Panis Angelorum. Msñ. Claudio  Páleka)

La serie Planetaria, serie caldea o serie ptolomeica, no es otra que la concatenación de las 7 fuerzas planetarias primarias, que son: Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y la Luna.

La astrología contemporánea o cientificista menosprecia este antiguo saber parcializando



 así todo interpretación astrológica posible.

El 2017 estará gobernado por “Venus” y cómo dijimos en nuestro anterior artículo nos ofrecerá un ritmo basado en la cifra 1. Esta cadena regente del año tiñe toda interacción cósmico-planetaria de femineidad y natividad (en este caso). Dejarla de lado empobrecería toda predicción.


Venus y lo oculto

El hermano Venus, o la hermana más propiamente dicho, dotará al año de femineidad, natividad, creatividad y de lo oculto. Pasaron los días de solaridad para dar paso a la voluptuosa femineidad venusina. Es un año donde la gesta y la misión darán lugar a la nueva inocencia y a la natividad. Dotará de un encantador brillo plateado a las doradas gestas dejadas por el hermano Sol.

Como ya hemos visto, esto generará la manifestación de las dos caras de esta energía. La natural que lleva a la creatividad, al nacimiento, al emerger de lo oculto a la luz de la conciencia y a la declinante o antinatural: la lujuriosa expansión de una líbido desenfrenada más asociada a la cantidad que a la calidad.


Comienzo del año astral

Debemos dejar bien claro que el año astrológico comenzará el 20 de marzo a las 07:28hs (para Argentina y Uruguay, UTC 10:28hs) con el equinoccio de otoño para el hemisferio sur y con el de primavera para el hemisferio norte, dando nacimiento al primer signo del arco zodiacal: “Aries”, el alfaque se posará en la doceava casa astral el omega.

Como nos enseña la tradición; las casas astrológicas se unen a los signos según el lugar geográfico en donde se encuentran en el momento en que ocurre el equinoccio. Por lo tanto lo dicho en el párrafo precedente es válido para la Argentina, Uruguay y todos los países con un UTC (tiempo universal coordinado) de -3 hs. Para otras regiones, como por ejemplo España, se encontrará al equinoccio con Aries en la casa X.


Venus, el sol y la luna

Cuando llega la noche del año viejo, la solaridad se viste de plata y la hermana luna nos recuerda la maternal belleza del creador, siendo el emblema perfecto del año por venir. No sólo refleja la Luz sino que la amplifica y complementa.

¡Lo sé! Parece contradictorio, pero no lo es.

El 2016 nos ha traído la batalla final, la gesta dorada, la fiesta perfecta. Los heridos que ha dejado esa epopeya se han mantenido en pie, porque el hermano Sol no permitió que quien fue herido por la justa gesta cayera en el campo de batalla.

Fue un año sin manchas solares, fue un año en que la solaridad protegió al justo, al bueno y al humilde.

La Madre cósmica ha cobijado al grano de arena, que habiendo sobrevivido bajo el cobijo del sol, sólo ve oscuridad en su entorno sin percatarse que se encuentra en la matriz primigenia, que cual Madreperla gestó en coraza protectora para el año que pasó. La perla así gestada, el emblema de la unión del hermano sol y la hermana luna, acrisolada maternalmente, es una  coraza liberadora del ser y una esperanza puesta en lo que está por venir. Ahora Venus nos parirá, la Luna será la partera y la criatura así nacida será plena de inocencia, no la original sino una nueva. Saldremos de la matriz protectora de la Madreperla a una nueva vida. 

Pero la luna negra, la mala madre, intentará influir en esta aspectación como lo ha hecho el año anterior. Recuerden que ella odia a la progenie de Eva y buscará hacer lo necesario para pervertir el feliz nacimiento.

Venus traerá de las profundidades aquello que deberá salir a la luz, que ya no será la solar, siempre enjuiciante y altiva, sino una luz tierna plena de misericordia que deberemos aprovechar, ya que no volverá a sentirse hasta dentro de muchos años.

Año de materna protección pero en el cual deberemos tener especial cuidado, estar expectantes y siempre alertas, ya que los primeros pasos suelen producir caídas. Siempre persistentes tendremos que ponernos de pie y seguir adelante.

¡Feliz primeros pasos de este año pleno de encantador glamour venusino!
Gabo Abad. Astrólogo y Futurista