25 de junio de 2016
Glykophilousa
Hay veces que el tema que debo abordar requiere de
una pequeña introducción, y en mi particular modo de sentir, suele manifestarse
un relato, algo novelado, de mi realidad o de la realidad que percibo.
Uno de mis actores clásicos, en estas
introducciones, es mi asistente: un joven e insistente sagitariano, que como
buen sagitariano tiene muy claro lo que es bueno, sobre todo para los demás.
Este jovencito me ha traído la noticia más
maravillosa que he tenido en años. Ustedes saben de mi profunda admiración por
el Gran Rabí del Sur del Mundo, el Alquimista, de Su Mano viene esta noticia.
Hace unos años, creo que 25, en la Ciudad de Buenos
Aires se reunió lo más granado del mundo cientificista de la astrología y de lo
paranormal, el enclave se llamó “Expomente”, una mezcla variopinta de
astrólogos, mentalistas y cacatúas graznantes del mundo paranormal.
Creo que por error, o desconocimiento, un gran maestro
Catalán (Al cual me preservaré de nombrar), vino a dar
unas charlas sobre cábala astrológica, ambos compartimos un mismo maestro de
esta sagrada arte, siendo él un poco (bastante) mayor que yo.
Las preguntas que realizaban los asistentes, luego
de su charla, eran realmente básicas (siendo generoso) pero él, con mucha
paciencia y profesionalidad respondió a cada una de ellas.
La especialidad de este querido colega era “Las
casas cabalísticas”, pero su pasión era la astrología adánica, tema del que no
voy a escribir ni una letra.
Luego de que las mentalistas y los parapsicólogos lo
exprimieran, nos tomamos un tiempo para hablar, ya que hacía mucho que no nos
veíamos. Era un hombre culto, refinado y muy medido. Hace poco había viajado a
un Monasterio del Monte Athos de visita
y no podía alejarse mucho tiempo de ese tema. Él me habló de un arte perdida la
Glykophilousa, al día de hoy permanece en mi recuerdo la pasión de ese hombre
al hablarme de ella (materia que él no conocía más que por algunas referencias
de dudoso origen, ya que se trata de una Ciencia Sagrada y por ello atada al secreto).
Hace poco, mi asistente, ha horadado mi alma y mis
sentidos, cual gota en piedra, acerca de un seminario que dio el Alquimista,
más nunca me dijo el nombre de dicho seminario y menos aún el temario. Para mi
sorpresa y luego de haber hablado por horas (sin decir demasiado), me dijo que
se llamaba Glycophilousa. No lo podía creer.
Hay momentos en que el mundo se torna árido, yermo
y sin vida, pero existen esas personas: hombres y mujeres que nos muestran un
oasis en medio de la sequedad imperante, es cierto que cada vez son menos.
En los primeros días de julio deberé viajar a
Uruguay por obligaciones familiares, dónde El Alquimista dará nuevamente ese
seminario y en el que seguro me verán (bajo algún seudónimo, seguramente).
Los cielos se muestran al buen lector de los astros
pero a veces, raras veces, una luz marca como faro el camino en la tierra de
los mortales, quien diría que a esta altura de mi vida vería abrirse ante mí la
historia más anhelada, aquella que me contara mi querido amigo y condiscípulo.
Gabo Abad. Astrólogo y Futurista
Gabo Abad. Astrólogo y Futurista