06-12-2019
Lluvia de estrellas: las Gemínidas.

“Inmutables los extremos. Él-Centro, La-Vida, llama 
hacia arriba en movimiento… siempre.”
Epigrama + MEM omf – 24-11-2019



Imagen desde el Observatorio del Teide en el momento de la máxima 
actividad de las Gemínidas
 - M. Serra-Ricart & J.C. Casado, IAC


La bóveda celeste late al ritmo frenético de las Gemínidas, su mercurial aceleración conjura una vertiginosa danza estelar que nos impondrá la neurosis cósmica que se ha acumulado durante nuestro expansivo 2019.

Entrarán en escena cerca del 6 de diciembre y se hallarán en su punto máximo de frenesí el 14 de diciembre de este año.

Las Gemínidas son, de entre las lluvias de estrellas, las más enigmáticas. Poco se conoce de su origen y de la caprichosa actitud que han tomado en las últimas décadas, me refiero a que ha aumentado su potencia y velocidad con el correr de los años.
Aparentemente, el origen más plausible de esta lluvia es un planetoide muerto llamado Phaethon. Esta teoría dice que el asteroide, que no desarrolla cola al acercarse al sol, es degastado por el astro rey y estos desprendimientos serían la fuente de esta peculiar lluvia. Todo este teorizar tan cientificista me obliga a relacionarlo con la mitología Grecorromana.


Phaethon, Apolo y Zeus. 

Phaethon alardeaba con sus amigos de que su padre era el dios-sol Apolo y nieto de Zeus (Júpiter). Éstos se resistían a creerlo lo cual enojó a Phaethon que terminó acudiendo a su padre Apolo, quien juró por el río Estigia darle lo que pidiera. 

Phaethon quiso conducir su ígneo carruaje (el sol) durante un día. Apolo intentó disuadirle, Phaethon mantuvo su postura. Cuando llegó el día, Phaethon estaba al mando del carro de fuego y ante la primera maniobra entró en pánico y perdió el control de los caballos blancos que tiraban del carro. Primero giró demasiado alto, de forma que la tierra se enfrió. Luego bajó demasiado, y la vegetación se secó y ardió. Phaethon convirtió accidentalmente en desierto la mayor parte de África.

Finalmente, Zeus fue obligado a intervenir golpeando el carro desbocado con un rayo para pararlo, y Phaethon cayó, ahogándose lentamente en el río Erídano (Actualmente Po). Su amigo Cicno se apenó tanto de haber sido el instigador del hecho que deviniera en tragedia, que los dioses lo convirtieron en cisne. Sus hermanas, las helíades, también se apenaron y fueron transformadas en alisos o álamos, según Ovidio, convirtiéndo sus lágrimas en ámbar. Pero la muerte de este Dios no fue instantánea, sigue muriendo en el fondo del río por eso sus hermanas lo siguen llorando a la orilla de su lecho.

Al morir eternamente hace que su cuerpo se degrade lentamente y en su juvenil capricho sigue culpando a su abuelo por su terrible destino e incapaz de reflexionar ve enfriar su cuerpo, otrora llama del Dios Apolo, en la soledad de las aguas profundas.


La teoría, el mito y la astrología antigua.

Es imposible no correlacionar al mito y el fenomeno astronómica.
Cuando el asteroide se acerca al astro sol se degrada y los fragmentos viajan orientándose a la tierra, estas saetas se hallan cargadas de una energía primitiva típica del lado oscuro de géminis “la frustración generada por la vanagloria no satisfecha”.

Phaethon es una criatura solar, degradada y envejecida, muy alejada de la jovial presencia de su padre y que por renuncia astral (ver nuestro artículo sobre el tema) se transforma en una criatura fría envejecida y envilecida por lo odio y rencor.

Esta lluvia traerá una fuerte influencia a los signos duales de la rueda celeste (aquí no nos referimos a los signos mutables o dobles como la astrología exotérica lo entiende sino a los que siguen) que son: Géminis, Cáncer, Libra, Sagitario y Piscis. 
Las Gemínidas afectarán a todo el arco zodiacal pero en especial a los signos duales. La cualidad de la influencia será del tipo disociativa, separativa y siempre geminianamente neurótica. Los opuestos constitutivos de los signos duales se verán separados.

Como en la historia de Phaethon, la peor parte la llevarán Sagitario y Piscis que poseen como regente a júpiter, al cual su joven nieto orientó todo su rencor.

Este movimiento es una verdadera disociación de los opuestos, es un triunfo de la dualidad que lacera lo más íntimo del ser y como toda disociación implica, siempre, una gran cuota de violencia, ya que lo que la naturaleza parió unido las Gemínidas lo separarán por un tiempo.

Un claro ejemplo, y tal vez el más terrible que pueda dar, es sagitario. Nuestros afables nativos de sagitario, siempre felices y alegres, tan entusiastas y expansivos que a veces rayan la forma más absurda de tontera, serán profundamente afectados. Originalmente el signo de sagitario era simbolizado por un centauro (mitad superior hombre, mitad inferior caballo) con su arco apuntando a los cielos y con su parte animal, que con su falo apuntaba a la tierra. Luego de siglos de inculto moralismo esta última característica fue borrada de la imagen. 

¿Por qué semejante representación?

El centauro primigenio, Quirón, fue el discípulo médico de Zeus (Júpiter) y uno de los pocos centauros que no se dedicaba al secuestro de doncellas, con fines ya conocidos, y a la matanza y barbarie típica de su especie. Por ello Quirón fue elegido para representar al signo del rey del zodíaco. Sagitario posee la dualidad del hombre espiritual elevado y del bárbaro proclive a los excesos, especialmente los relacionados a la lujuria y la gula, de los cuales posee un amplio y variado magisterio.

Las Gemínidas escindirán estos dos polos mostrando lo mejor y lo peor del signo, pero a la vez, en plena simultaneidad. Esta ciclotimia típica de géminis (opuesto astrológico a sagitario) no es natural del centauro generándole dolores internos y externos terribles, dolores de parto, parto que no traerá nada bueno a la luz.

Aquellos sagitarianos con grandes responsabilidades, o lo que en astrología se conoce como “coronados” (no confundir con el término alquímico) sumarán al propio dolor al de su progenie (como le ha ocurrido a Quirón, padre de todos los centauros), entendiendo por progenie a aquellos que dependen de él o están bajo su órbita.


Dato curioso

Robert Louis Stevenson, maravilloso y prolífico escritor escocés,  dio a luz bajo el signo de sagitario y en plena lluvia de las Gemínidas, una de sus novelas más populares: “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”
No voy a entrar en detalles pero, si quieren saber más de los efectos de la escisión, espero que urgen en la historia original de Stevenson.


¿Cómo afectará esto a los signos duales?

Géminis: será el único signo que resplandecerá con las Gemínidas, ya que la energía de esta lluvia los bañará de su propia energía natural, estando acostumbrados a nadar en mares de ciclotimia extrema, neurosis y murmuraciones, no zozobrarán sino que brillarán intensamente ante la locura circundante del resto del zodíaco. Será bueno aproximarse a ellos en estos tiempos, saben lo que se requiere para sobrevivir en esta terrible gesta psico-espiritual.

Cáncer: A los cangrejos los enfrentará a sus dos personalidades, el maternal soñador que no conoce de límites y la criatura herida en su ego por no ser lo que desea ser o por no creerse reconocida. Incapaz de moverse en otro sentido que no sea el lateral (ni de frente, ni para atrás, siempre de costado), se verá ladeado por su “yo” sin lugar a dónde huir. No huya céntrese en quién es y no en quien quiere ser o como desea ser reconocido. Si es una persona espiritual sabrá que hacer.

Libra: contrariamente a lo que la mayoría de los opinadores seriales de lo astrológico dicen, libra expresa un permanente desequilibrio, necesario para que subsistan y crezcan. Las dos personalidades de libra se separarán generando inmovilidad en la balanza cósmica de la esfera celeste. La inmovilidad desquiciará a los librianos y buscarán agresivamente que algo los movilice. Paz y paciencia, pronto pasará.

Sagitario: ya hemos dicho demasiado de los centauros, sólo tengan en cuenta cuidar sus hígados y su sueño. Y recuerden siempre que Saturno, el austero místico padre del tiempo, siempre los equilibra.

Piscis: El signo de la superación, la resurrección permanente y el Tao cósmico, sentirá morirse lentamente, abatido y sin fuerzas. Verá a sus sueños como algo lejano inalcanzable.  Recuerden que las Gemínidas los harán sentir lo que sintió Phaethon, esta vez será una ilusión y se verán librados en poco tiempo de este mal. Resistan.


¿Y el resto del Zodíaco?

Aries: Furia, furia y más furia, poca paciencia. Pero poseerá una gran lucidez, déjese llevar por las calmas aguas del devenir. Cuídense de las sirenas del mundo. No busquen ser reconocidos por sus méritos en el cumplimiento del deber, relájense o serán devorados por algún otro meritócrata.

Tauro: su proximidad a géminis lo protegerá, intente evitar los pensamientos obsesivos (ideas rumiantes). 

Leo: No se desespere habrá tiempo para todo, no se sobrecargue, la aceleración de las Gemínidas lo agotarán. Dormir es curativo.

Virgo: sabe que tiene que hacer algo, sus manos arderán por dar nacimiento a algo nuevo, pero espere a épocas más favorables.

Escorpio: los arácnidos de los cielos, buscarán una presa en quien inyectar su veneno que, en bajas dosis, puede ser uno de los mejores medicamentos. En esta época intentarán inocular sin límites a lo que los rodea. Cuiden sus lenguas que no es otra cosa que su aguijón más preciso. Busquen perdonar y perdonarse.

Capricornio: los vientos de las Gemínidas intentarán dispersarlo pero si se mantiene apegado a su rutina sobrevivirá sin mayores daños. Al rey del tiempo se le intentará robar su presente apuntándolo con su pasado.

Acuario: el fluir de las aguas se verá potenciado por los aires de las Gemínidas, brillarán con un virginal erotismo pero actuarán bajo el capricho del “Yo quiero”. No olviden ni menosprecien la mano sincera y amorosa que los sostiene, puede no estar para siempre.

Recuerden, mis apreciados lectores, que la influencia de las lluvias de estrellas es puntual y no se conjuga fácilmente con las aspectaciones astrológicas que maneja la pseudociencia mundana de lo que hoy conocemos como astrología. Aunque debo aclararles que como vimos en nuestro artículo anterior se suma a la ola del devenir que no engullirá en el año 2020.




Según Heráclito: “El devenir no es irracional, caótico, ya que se realiza de acuerdo con ciertas leyes y proporciones. Este Logos es el mismo para todo y ninguno de los dioses ni de los hombres lo hizo, sino que era y es y será fuego siempre viviente, encendiéndose según medida y apagándose según medida.” 

No temamos, siempre todo es por algo y esta es solo una parte de un comienzo, que la grisura del año por venir nos encuentre multicolores para no caer en su plomizo influjo.